Noticias | Nuestros Columnistas | Interés general    11-07-2020
El dulce encanto de hablar de los demás.  
El dulce encanto de hablar de los demás.  
   
"Pueblo chico infierno grande" es una frase que los que nacimos y crecimos en un pueblo hemos escuchado mil veces. ¿Pero cuál es el sentido o la metáfora que representa ese dicho popular? Uno de ellos es el valor del chisme, del "puterio".

Se habla de fulanos y menganos como si de opinar livianamente se tratara. Los más jugosos son obviamente los de la vida privada, el resto no tiene valor ni significancia "chusmeril".

Antaño el chisme se propagaba a través del boca a boca siempre con un aditivo personal del chusma y aquel que lo retransmitía agregaba algo y así sucesivamente. Entonces "si alguien se tiró un flato en la rotonda de entrada a Acha al final de la Balcarce tenía diarrea".  Hoy en día la tecnología y particularmente las redes sociales, han elevado al estatus de instantánea la propagación pandémica del chisme.   

Temas recurrentes del chusmerío son el amor y la sexualidad. Es así porque de lo que no se sabe se habla. Esos interrogantes de los seres humanos deben entrar en la cadena del lenguaje y del discurso. Porque... ¿qué sabemos los humanos del sexo y el amor? Ciertamente poco y nada. Al igual que la muerte se constituyen como enigmas irresueltos a los que tratamos de darle un significado. Así se chusmea sobre los cornudos y cornudas, los putos y las putas.

El chisme permite hablar gratuitamente proyectando miedos e inseguridades en otro al que posicionamos como blanco al cual van dirigidos los dardos. Pero esos dardos están cargados de nuestra subjetividad, embebidos de nuestro propio veneno..."es una víbora ponzoñosa se escucha por ahí".

El chisme cumple una función social que está presente en las pautas ocultas de convivencia de una sociedad. Así tenemos que el chisme es un mecanismo de información y difusión de la vida cotidiana de la gente del pueblo. El chusmerío también produce una forma de "solidaridad" con el enfermo, los familiares del difunto con su bondad póstuma y con el cornudo.

Funciona como un mecanismo de control social por "el qué dirán" o "lo que piensen los demás". Las posibles rupturas a normas culturales en el grupo se evitan o se ocultan por temor al chisme.  Esta situación conlleva a sentimientos de frustración y angustia en muchas personas por no poder vivir de la manera que cada uno quiere.

Hay una vertiente positiva del chisme y es que solo es bueno cuando la gente lo usa de manera ética y selectiva, siempre por el bien de su grupo social, no para agredir de manera pasiva, aislar o hacer daño a los demás. Hay personas que son buenas chismosas y personas que no lo son.

Para terminar me parece muy interesante un aspecto de la filosofía Socrática en referencia al chisme y la mentira.  El filósofo griego aplicaba tres filtros cuando alguien intentaba hacerle saber algo de alguien:

El filtro de la verdad: ¿Estás absolutamente seguro de que aquello que me vas a decir de mi amigo es verdad?

El filtro de la bondad: ¿Es algo bueno eso que vienes a decirme de mi amigo?

El filtro de la utilidad: ¿Es útil para mí eso que vienes a contarme de mi amigo?

Entonces si lo que vas a decirme no sabes si es cierto, no es bueno y no me es útil ¿Para qué decírmelo?
 
 
 
telegaacha@gmail.com   |   Martínez de Hoz 485   |  Teléfono:  (02952) 432579
  Telega 2020 - Todos los derechos reservados